EL ESTRÉS, LA ANSIEDAD Y LAS REACCIONES RELACIONADAS CON EL MIEDO. LAS ENFERMEDADES CON MÁS INCIDENCIA DEL SIGLO XXI.
La Ansiedad y la Depresión son las enfermedades hasta ahora con más incidencia en el siglo XXI, afecta a un sinfín de sistemas fisiológicos en nuestro cuerpo, provocando desequilibrios en nuestro Sistema Nervioso Autónomo, diseñado para proporcionarnos respuestas rápidas para garantizar la supervivencia, pero que si se dispara en exceso o ante estímulos innecesarios, conlleva un cúmulo de desajustes. Dichos desajustes desembocan en un variado elenco de síntomas para la persona que lo padece.
Síntomas provocados por el miedo
El miedo es causa de muchos síntomas, tanto físicos, como psicológicos y emocionales. Muchas veces los afectados no relacionan los signos, las sensaciones y las emociones con el propio estrés del sistema autónomo, sin embargo las sensaciones que sentimos como ansiedad, estrés, pánico, angustia, falta de apetito, incapacidad para concentrarnos y de enfrentarnos a situaciones mundanas o responsabilidades, necesidad de huir de lugares donde hay desconocidos, incapacidad para salir de casa, vergüenza, dificultad para coger un avión o entrar en un ascensor, ira, impulso, necesidad de estar solos e inmóviles y así un sin fin más de reacciones automatizadas por nuestro sistema, dependen de estos automatismos pertenecientes al control del Sistema Autónomo.
Todo lo mencionado en el párrafo anterior está sustentado por cambios fisiológicos en nuestro sistema, diseñados para que bajo circunstancias adversas, peligro inminente o situaciones de amenaza vital, nuestro sistema autónomo nos ayude a enfrentarnos a las amenazas con garantías de éxito. Estos cambios han aumentado el índice de supervivencia en la especie humana y debido a ello, dichos funcionamientos siguen presentes como forma de adaptarnos al medio.
Si el funcionamiento defensivo del sistema autónomo se ancla en el tiempo, provoca un funcionamiento desadaptado de tal modo que se instaurarán en estructuras sanas, procesos desajustados y esto será la causa de diferentes trastornos. Los cambios en el funcionamiento correcto del sistema, provocarán cambios en el sistema cardiovascular, digestivo y neurológico y si no se restablece el funcionamiento correcto las consecuencias en nuestra calidad de vida serán devastadoras, llevándonos al trastorno. Más aún, la felicidad misma es incompatible con el miedo.
En el INSTITUTO DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA utilizamos una serie de técnicas novedosas, de última generación, pero no invasivas y basadas en la capacidad de autorregulación y aprendizaje que el cuerpo humano atesora:
El BIOFFEDBACK Y EL NEUROFEEDBACK.
El biofeedback se puede definir como una técnica de entrenamiento para aprender a controlar procesos fisiológicos como la respiración, ritmo cardíaco, presión arterial, actividad muscular, coherencia cardíaca, respuesta galvánica de la piel y vasoconstricción. Le enseñamos a nuestros pacientes a provocar cambios en la fisiología que sustenta el miedo, la ansiedad y la depresión e imponer de nuevo un funcionamiento correcto en el sistema, lo que lleva al paciente a deshacerse de los síntomas físicos y emocionales que el funcionamiento anómalo sostiene.
La medición de la actividad fisiológica se hace a través de unos sensores colocados en diferentes partes del cuerpo, dependiendo de qué se quiere medir. A partir de ahí se realiza un entrenamiento para aprender a controlar las diferentes actividades fisiológicas. El biofeedback es una técnica de tratamiento no invasiva y muy segura.
La base de esta técnica es la retroalimentación, que va informando de manera visual y/o auditiva a la persona sobre el parámetro de medida que está siendo entrenado.
A través del biofeedback se pueden tratar distintas patologías como trastornos de ansiedad, depresión, contracturas cervicales, bruxismo, dolores de cabeza, reacciones nerviosas de la piel, fobias, impulsividad y diferentes problemas clínicos.
La técnica de entrenamiento cerebral denominada neurofeedback se define como un método electrofisiológico caracterizado por la medición y entrenamiento de las ondas cerebrales, a través de una retroalimentación con el objetivo de regular la actividad cerebral, a través de los principios de la neuroplasticidad. La actividad cerebral es medida a través de unos sensores colocados en el cuero cabelludo y analizada para proporcionar un feedback al paciente en tiempo real a través sonidos o imágenes que suceden cuando el patrón de activación cerebral está dentro de los límites adecuados. Así, a través de esta técnica, se consigue que el cerebro aprenda progresivamente a realizar las conexiones neuronales necesarias para mantener una actividad cerebral adecuada, aumentado el bienestar tanto a nivel comportamental como emocional.
El neurofeedback es también una técnica no invasiva y altamente segura. La seguridad de esta técnica es avalada por el hecho de que no se realiza ninguna estimulación al cerebro, sino que a través de los sensores se toman las medidas electrofisiológicas que permiten al software dar el “feedback” para proceder a la modificación del patrón de activación cerebral alterado a uno más normativo.
A pesar de tratarse de una técnica relativamente reciente, se ha logrado demostrar su efectividad para el abordaje de distintas enfermedades.
Atacamos los síntomas y nos centramos en aquellas variables más alteradas o que han reflejado mayores niveles de cambio, de modo que consigamos el control de dichas variables y con ellas, el autocontrol y la capacidad para activarnos y desactivarnos a voluntad y de manera adecuada y oportuna.
Asimismo el Biofeedback es útil también para la prevención del estrés, mediante el entrenamiento para evitar la aparición de los patrones de activación fisiológica relacionados con el estrés, como síntomas de su potencial y futura aparición. Tanto el Neurofeedback como el Biofeedback, son modos de entrenar el cerebro y las funciones del organismo para llevarlas a un equilibrio más saludable.
En el Neurofeedback se registra la actividad eléctrica cerebral, a través de un electroencefalograma (EEG) cuyos datos son cuantificados y evaluados, reforzando la actividad saludable e inhibiendo la que es disfuncional. Frente a lo que se pensaba hace unos años, el sistema nervioso tiene una gran plasticidad, puede evolucionar y mejorar incluso a edades avanzadas.
A través de estos tratamientos podemos conseguir que nuestras emociones estén más reguladas, y aumentar nuestra capacidad para entenderlas y modificarlas. La atención, la ansiedad, el estado de ánimo, pueden mejorarse con el entrenamiento. También podemos influir en muchas funciones corporales, aliviando la tensión muscular, los dolores de cabeza, las molestias digestivas, la tensión arterial, etc. Personas sanas recurren a estos tratamientos para mejorar su bienestar general, afrontar mejor el estrés o ser más eficaces en deportes, actividades artísticas o laborales.
Entre las patologías clínicas, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es en el que se han realizado más estudios científicos. La Sociedad Americana de Pediatría ha reconocido desde 2011 al Neurofeedback como uno de los tratamientos recomendados para el TDAH, considerando que puede aportar los mismos beneficios que los medicamentos, considerados hasta entonces el tratamiento de elección.
Otros cuadros en los que se ha comprobado un efecto importante son las adicciones, sobre todo el alcohol y el daño cerebral. También hay bastantes estudios en trastorno por estrés postraumático, ansiedad y depresión. El número de investigaciones y publicaciones va en aumento, con resultados prometedores en cuadros como los trastornos del espectro autista, la fibromialgia, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), etc.
NEUROFEEDBACK Y BIOFEEDBACK CON GARANTÍA CLÍNICA
Es fundamental que el entrenamiento se lleve a cabo con aparatos validados científicamente y por personal cualificado. El cerebro es nuestro órgano más delicado, e influir sobre él requiere las debidas garantías. Todo el reconocimiento que a nivel de investigación ha obtenido el neurofeedback no respalda todos los sistemas que hemos descrito, sólo los tratamientos con base clínica, llevados a cabo por especialistas con conocimientos en el sistema nervioso central y siguiendo procedimientos estandarizados
El modo de sacar más partido a estos tratamientos y prevenir efectos adversos es adaptarlos con precisión a la situación de cada persona. Aparte de la evaluación clínica y neuropsicológica, el mapeo cerebral con EEG nos permite adaptar los tratamientos e ir cambiando los protocolos de intervención conforme evoluciona el estado de la persona. Este mapeo cerebral de modo aislado sirve también como prueba diagnóstica en la evaluación de TDAH, daño cerebral y diversas patologías psiquiátricas y neurológicas.
En este mapa puede verse actividad beta en la zona posterior del cerebro (el color rojo refleja la activación más alta). Esta actividad es de frecuencia rápida y cuando aparece de modo tan marcado en las áreas posteriores, suele ser un indicador de ansiedad. Otros pacientes con síntomas similares, pueden tener patrones de actividad diferentes y requieren planificaciones distintas de tratamiento.
La imagen de la izquierda muestra actividad theta (lenta) en la parte anterior del cerebro (frontal), uno de los patrones más frecuentes de TDAH. Sin embargo, el protocolo más utilizado en TDAH no funcionaría con el caso de la derecha, que aunque tiente también TDAH, presenta otro de los patrones encontrados en este trastorno: actividad alfa (también lenta, pero de otra frecuencia) en la zona media del Cerebro.
Ejemplo de sesión de Neurofeedback