¿Cuántas veces habéis escuchado hablar sobre miedos? ¿Cuántas lo habéis sentido? ¿Sabéis cómo afecta a nuestro sistema? Y lo más importante, ¿Sabéis como vencerlo?
El miedo continuado es la causa del 90% de las afecciones psicológicas.
El miedo es una emoción natural que se presenta en forma de sensación desagradable e intensa cuando percibimos una amenaza o un peligro. Es la gran epidemia del S.XXI en salud mental.
Está sustentado por un patrón de activación fisiológico y emocional que tiene un gran valor adaptativo, el de sobrevivir bajo circunstancias adversas, de peligro o amenaza. Este patrón provoca un conjunto de síntomas físicos, psicológicos y emocionales que están relacionados con la activación del Sistema Nervioso Autónomo (SNA), hablamos de que son reacciones automáticas al servicio y control del sistema, que han aumentado el índice de supervivencia en la especie humana y debido a ello, siguen presentes como forma de adaptarnos a las circunstancias.
El problema es cuando este modo de funcionar se queda anclado en el tiempo, el miedo continuado es la causa del 90% de las afecciones psicológicas: Si este funcionamiento defensivo del Sistema Autónomo se mantiene, provoca un funcionamiento desadaptativo en forma de patrones, de tal modo que se instaurarán en estructuras sanas, procesos desajustados que de no reestablecerse, afectarán a la calidad de vida y conducirán a problemas de salud a corto y largo plazo, llevando a la persona al trastorno.
El primer paso es el APRENDIZAJE: entender qué sucede e identificar patrones para poder influir en ellos.
La parte encargada de rastrear nuestro entorno se llama AMIGDALA, es una estructura ubicada en el cerebro con forma de almendra y tiene un papel esencial en la detección de estímulos amenazantes y en la generación de respuestas emocionales a amenazas presentes o inminentes. El circuito cerebral del miedo no funciona de manera aislada, interactúa con otros sistemas cerebrales y se adapta a experiencias y contextos individuales, por eso cuando las personas experimentan un trauma, el sistema se puede quedar rígido frente al miedo, el cerebro no aprende a regularse y puede conducir a estados de bloqueo, colapso, disociación…
¿Cómo afecta el miedo a nuestro sistema?
Cuando una persona experimenta miedo, el Sistema Nervioso Simpático se activa en lo que llamamos “respuesta de lucha o huida”. Es una respuesta automática del cuerpo que predispone a la persona a enfrentarse a esa amenaza o a huir de ella y para eso, nuestro sistema experimenta distintas sensaciones corporales que seguro que os suenan:
- Incremento de la frecuencia cardíaca: el corazón late más rápido para bombear más sangre a los músculos.
- Aumenta el ritmo de la respiración y se vuelve más superficial.
- Se produce vasoconstricción.
- Incrementa la sudoración.
- Aumento en los niveles de cortisol.
- Aumenta la tensión muscular.
El miedo además influye en el plano psicológico y tiene el poder de generar en las personas:
- Preocupación excesiva.
- Inquietud.
- Sensación de futuro catastrófico.
- Pensamientos irracionales.
- Sensación de incapacidad.
- Ganas de huir o/y esconderse.
- Baja o nula sensación de control.
CONTROLAR EL MIEDO
Controlar el miedo y aprender a manejarlo de manera adecuada es importante para evitar una sobreactivación constante del Sistema Nervioso Simpático. Los cambios en el funcionamiento correcto del sistema provocarán cambios a nivel cardiovascular, digestivo, neurológico…lo hemos mencionado en publicaciones anteriores y es que aprender a manejar las respuestas fisiológicas es fundamental para controlar el propio estado y poder enfrentarse a los miedos con garantías de éxito.
En nuestro centro, Instituto de Neuropsicología Clínica, utilizamos una serie de técnicas novedosas, de última generación y no invasivas, basadas en la capacidad de autorregulación y aprendizaje que el cuerpo humano atesora.
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